miércoles, 17 de noviembre de 2010

Soneto a la convivencia



Negociemos la palabra no dada
y, admitiendo que nos entendemos,
supongamos más de lo que sabemos:
que es confiable la genuina mirada.

La cercanía equivale a nada
si añoramos todo lo que perdemos;
el agua que muy sedientos bebemos
solamente ha cambiado de cascada.

Por eso construye, entre sueño y sueño,
un esfuerzo digno de realidad;
y recuerda que, aun siendo pequeño

o de una aparente debilidad,
de los caminos se es realmente dueño
cuando todos son posibilidad.

Juan Griss
(a Coty)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Extracto de "Prosopagnosia frente al espejo", mi primera y única nouvelle.

Buenos Aires, febrero 25

Estos días me han saturado la mente de preguntas existenciales, preguntas que surgen precisamente cuando uno menos las necesita, cuando más duelen las respuestas, cuando uno no quiere saber que volverá a ser polvo inevitablemente y no pudo dejar que se le escapara la única persona que le hacía olvidar el terrible destino del hombre: morir.
Hay gente que no vive, sino que sobrevive. Esa, creo, es una actitud un tanto mediocre. Yo respeto a quienes buscan ansiosamente dejar un legado… Todos hemos de desaparecer, pero ¿por qué no dejar algo? ¿Acaso solo venimos a estar? Pues no debería ser así. Algunas personas se esmeran por dejar hijos mejores que ellos; otros buscan dejar un legado material. ¡Cuánta mediocridad hay en quienes no dejan nada! ¿Egoísmo insano será? Conozco padres que sobreviven y solo esperan que sus hijos también sobrevivan. Es muy triste… Horas de trabajo de más, horas de sueño de menos solo para que ellos repitan su misma historia… Jamás alentarlos para que se busquen a sí mismos, para que se encuentren y ellos dejen un legado también… Solo criarlos para que sobrevivan… Qué falta de consideración, de respeto, de amor, de confianza, que es una de las caras del amor. Es un orgullo para todo padre comprobar que han hecho un hijo capaz de sobrevivir, pero cuánto más saber que es capaz de sobresalir del resto que sobreviven. Un hijo que sobrevive es un logro, pero un hijo que ve al resto sobrevivir debe ser una satisfacción mucho mayor. Una vez escuché: “Cuando uno tiene un hijo, primero desea que sea varón o mujer, luego que sea lindo o linda, luego que sea inteligente, luego que sea de su equipo preferido, luego que sea, ante el primer resfrío, sano; finalmente, con la madurez de la paternidad o maternidad, uno debería olvidar si es varón o mujer, si es guapo o guapa, si es inteligente o un imbécil, olvidarse qué equipo eligió, si es sano o frágil… Uno solo debería desear que sea, ante todo, feliz”. Y es que ser feliz es la única manera de trascender, positivamente. Uno podría subir hasta la terraza de un edificio, volarse la sien de un disparo, caer y salir en las noticias, pero eso no es trascender, eso es hacerse notar, es ser tema de conversación. Trascender es dejar algo en la memoria, cambiar la vida de alguien… Pues ella ha trascendido en mí.
Anoche, me senté en un bar oscuro concurrido por hombres sabios y ebrios; desgraciadamente, por una u otra causa, ninguno me reveló alguna gran verdad, si es que acaso sabían alguna. Ataqué a algunos desprevenidos preguntándoles qué sucedía después de que uno moría, pero en general encontré una sonrisa –como señal de que habían comprendido un anuncio suicida hecho por mí, de que nunca antes lo había pensado o de que era demasiado compleja su teoría como para explicarla–. Bien, el caso es que muy pocos resultaron ser serios y verdaderos conversadores de ese tema.
Roma pensaba que era el “FIN, como en las películas”.
He llegado a la conclusión de que a la gente le atemoriza reflexionar sobre esto, pero no por miedo a entender que, racionalmente, luego de la muerte no hay nada –cosa que, creo, todos, absolutamente todos sospechan–, sino por ese horror que genera la culpa de pensar en la posibilidad de que es así y han dejado pasar la oportunidad de hacer el bien, el mal o el amor.
Solo debería haber una elección: ser feliz, y el resto subordinado a ello. El y los problemas de índole existencial surgen ante las dificultades de lograrlo o ante la negación de que se ha pifiado el camino.
Somos seres vivos y, como tales, somos mortales, ¿por qué creernos tan especiales como para creer que no sucumbiremos a nuestro fatal destino? ¿Porque lo dicen unos papeles viejos escritos por quién sabe quiénes, en qué estado y con qué intenciones? Si existe una vida después de esta, llena de elecciones, ¿qué nos hace pensar que en otra, en la que no tendríamos la posibilidad de elegir qué nos hace feliz (en el caso de que lo merezcamos), nos sentiríamos plenos?
Si tuviésemos todo lo que quisiéramos, si no nos tentara el mal, si no sufriéramos por la desdicha, ¿cómo y con qué parámetro juzgaríamos y apreciaríamos lo que “se nos concede”? Cabe pensar que moriríamos conservando la memoria. Si así fuera, esta vida, la terrenal, ¿es una preparación, un curso de ingreso, un juicio para determinar sin que lo sepamos con certeza a dónde iremos a parar, una manera de descongestionar el purgatorio culpándonos de antemano por las dudas o por las deudas? De ser así, el pasaje de Erotion hubiese sido menos tormentoso para el viejo Marcial.
Yo prefiero adherirme al escepticismo: vivir, y por si acaso portarme bien, cosa que no es tan difícil, como me enseñaron en la escuela primaria (¡católica!). Ser bueno solo consiste en la premisa de “ponerse en el lugar del otro”. Pero la empatía no es un don. Más bien, diría, es una actitud.
Supongamos que la vida es un regalo; debe abrirse y disfrutarse. Carpe diem. ¡Pero qué difícil es cuando no sabemos cómo atrapar el día!
Pongamos esto en otros términos. ¿Para qué proyectar un ahorro de dinero de varios años si en el transcurso de él nos pudiéramos endeudar o morir. Seguramente –en el caso de sobrevivir–, dispondríamos del dinero ya cansados como para disfrutarlo del modo en que queríamos en un principio. Tanto más grato sería ahorrar para el presente. De esta manera reduciríamos las posibilidades de quedarnos con un resto inservible o desvalorizado. Amar hasta la locura no es ser un cagón, no importa que algún avaro lo pregone satisfechamente. “La historia la escriben los vencedores”, dicen –y yo también–, pero no confundamos confianza con soberbia y no nos creamos tocados por la varita. Si algo aprendí de Juliana fue a no ser un esclavo de la esperanza.


Gabriel Herdoff

lunes, 5 de octubre de 2009

Arritmia




Desde chico que tengo problemas con el ritmo... Algunas personas, por ejemplo, no sabemos aplaudir adecuadamente.
            Ya en los cumpleaños comenzaba a notarse esta grave falencia... Al momento de cantar el Feliz Cumpleaños, acompañado por los aplausos que marcan el tiempo, yo aplaudía con el ritmo correspondiente al que se da una vez sopladas las velitas, claramente, para el resto,  más ligero. Y al momento de ovacionar el soplido arremetía yo con el tiempo de la canción introductoria. No notaba la diferencia.
            Debido a ello fue que comenzaron a dejar de invitarme a los cumpleaños de mis compañeritos: las madres de los festejantes se irritaban, pues les quitaba a sus hijos el protagonismo de ese momento tan especial. Los invitados giraban sus cabezas para mirarme y reír.
            Y en mi círculo familiar no era muy distinto. Ya de grande, noté que jamás aparecía en las fotos de los cumpleaños de mis primos, e incluso de mis hermanos. Hasta antes de la aclaración yo había sospechado la posibilidad de ser un niño adoptado.
Cuando me explicaron, ya contaba yo con diecisiete años; me dijeron que siempre me mandaban a hacer algún mandado con mi tío. De esa forma se deshacían de las dos molestias: mi arritmia y su alcoholismo.


Juan Griss

miércoles, 30 de septiembre de 2009

A Valen, a Emi, a Marti, a Lari, a Lu y a Thiago



...


Le informaré a este niño, cuando pueda entenderme:


que es realmente cortita la vida
para los que no notamos de qué se trata;


que no importa cuán caro puede ser conseguir un momento de risas
y que en esos casos bien puede endeudarse uno a su gusto
y pagar cuando ya no sea importante deber;


que una muchacha es siempre un motivo digno para lloriquear;


que sus hermanos serán sus mejores amigos
y que sus mejores amigos serán sus hermanos;


que tirarse al piso a pensar no es no hacer nada;


que abrazar equivale a un poema;


que leer libros no lo va a hacer más inteligente sino más lector;


que entre hacer un gol y terminar la escuela no hay mucha diferencia,
pero deben hacerse ambas cosas;


que siempre será más listo que unos y menos que otros,
pero jamás sabrá con certeza quiénes son unos y otros;


que el talento no existe si no tiene pasión;


que la pasión por algo lo hará feliz
y que la felicidad lo hará dejar de prestar atención
y no notará lo cortita que es la vida,
y que así debe ser...






Juan Ignacio Ojeda

AUTORES DE MI BIBLIOTECA EN EL 2006



Adela Basch
Adolfo Bioy Casares
Albert Camus
Aldous Huxley
Alejandro Casona
Alejandro Dolina
Almafuerte
Ambrose Bierce
Ana María Matute
Ana María Shua
Anderson Imbert
Antonio Di Benedetto
Antonio Machado
Benito Pérez Galdós
Calderón de la Barca
Carlos Fuentes
Carlos Joaquín Durán
Charles Bukowsky
Daniel Veronese
Dante Aleghieri
Dashiell Hammett
Domingo Faustino Sarmiento
Ecke Wolfgang
Edgar Allan Poe
Eduardo Galeano
Eduardo Mallea
El Infante Don Juan Manuel
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Emily Bronte
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Federico García Lorca
Fedor Dostoiewski
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Franz Kafka
Friedrich Nietzche
G. K. Chesterton
Gabriel García Márquez
Geoffrey Chaucer
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George Orwell
Giovanni Boccaccio
Gregorio de Laferrere
Guillermo Martínez
Gustave Flaubert
Gustavo Adolfo Bécquer
Guy de Mupassant
Guy Des Cars
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Homero
Honorato de Balzac
Horacio Quiroga
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I. A. Ireland
Isaac Aizemberg
Isaac Asimov
Isabel Allende
Ítalo Calvino
J. D. Salinger
Jacques Prévert
James Joyce
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Jorge Accame
Jorge Isaacss
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José Mármol
José Martí
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Miguel ángel Palermo
Miguel de Cervantes Saavedra
Miguel de Unamuno
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Octavio Paz
Oesterheld
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Pablo Antonio Cuadra
Pablo Neruda
Pierre Corneille
Platón
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Raul González Tuñón
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Richard Bach
Roberto Arlt
Roberto Cossa
Roberto Fontanarrosa
Roberto J. Payró
Rosa Cerna Guardia
Rubén Darío
Saky
San Francisco de Asís
San Juan de la Cruz
Sandra Cisneros
Silvina Ocampo
Simenon Maigret
Sir Arthur Conan Doyle
Sófocles
Sor Juana Inés de la Curz
Soren Kierkegaard
Syria Poletti
Thomas Bailey Aldrich
Virgilio
Willam Faulkner
Willam Shakespeare













HABER LEÍDO NO TE HACE MÁS INTELIGENTE


SINO MÁS LECTOR.



Juan Griss

domingo, 13 de septiembre de 2009

Sólo solo


Inclinada ella aún sobre sus rodillas, escondía el llanto sordo que yo apenas descubría por algún que otro moqueo. Mi mano se apoyaba en su hombro y cada tanto daba un suave apretoncito seguido de una sobada… Entendía que ella estaba ida y yo ausente; podría decirse entonces que nadie había allí. Sin embargo, el aire del cuarto era espeso de calores, de bramidos, de resoplidos y gemidos… Alguien había estado allí momentos antes, alguien había querido y otro había sido querido, alguien había sido deseado, alguien había sido amado y otro se había dejado amar… Y recordé que momentos antes, uno era yo; solo que no recordé cuál… Supongo que mi amnesia temporal se debe a esta maldita ataraxia, a mi llanto viejo… La piel, mi piel, enmudece y vaporiza aires grises anónimos. De chico solía intentar atraparlos con pañuelos, como si cazara mariposas… Ahora, un tanto más grande, resignado y falto de espíritu lúdico, solo los contemplo alejándose de mí. ¿Qué será de mi piel cuando deje de fabricarlos? Levantó su mirada y la dirigió hacia la pared. Dudo que recordara mi presencia… Ya de pie, lentamente caminó desnuda hasta la silla donde estaba su saco. Se lo puso y, sin cerrarlo, giró en torno a mí. Como si yo no existiera, tomó la ropa que estaba a mis pies y comenzó a estirarla con las manos tratando de quitarle las arrugas. Volvió a quedar desnuda, ahora frente a mí. No pude evitar acariciarle el vientre y noté cierta contracción, por unos segundos. Tomó la ropa que había dejado sobre la cama y se vistió. Nuevamente quedó frente a mí, intentando peinarse con las manos. Me abalancé sobre ella y la abracé, pero no interrumpió su quehacer… Abrió la puerta y salió.

Juan Griss

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Comentarios al margen

Yeni- Mamá, mamá ¿que comemos?
mamá- Lo mismo que ayer.
Yeni- ¿Lo mismo que ayer? Ufa como me gustari ser una chica con mucha plata.
mamá- Yeni! La plata no interesa estamos todos juntos Papá, yo y vos.
mamá- Pronto va a llegr el día del niño.
viene el Papá- Si y viene aorrando plata durante el año para el día del niño
Yeni- Papá gracias, me portaré muy bién.
Pero al día siguiente El padre fue a travar y cuando volvia algo tragico susdió a padre.
satanas- Dame toda la plata.
-¿que?
-si que medes el dinero
-Pero.......
-No hables.
Y cuando volvió
-querida pasó algo terrible/ylo contó
Papá entonces no hay regalo.
-Lo ciento Yeni pero voy hacer todo lo posible
-Gracias papi
El padre no pudo hacer mucho para conceguir un regalo porque en 1 día no pudo ruunir plata pero yeni entendió y fue a re cuperar el dinero que le robaron al padre.
Yeni fue al castillo y ...
-Malvada reina devuelve el dinero
-Claro que no yo lo rove con mis propias manos
-si lo aras
-no no lo aré
y comenzaron a luchar.
Yeni reconocio el esfuerso de su padre y no se dio porvencida y vencio
-Papá, mamá recupere el dinero.
Papá- te felicito aunque no deverias aver hido sola.
Juan- Yeni recibió el regalo y todos fueron muy felices y esta historia nos deja una mensaje
El esfuerso por algo Bueno tiene premio.




1990
Juan Griss